sábado, 20 de octubre de 2012

Persecución política a los héroes del Operativo Independencia

Ahora persiguen a quienes participaron del Operativo Independencia, en Tucumán 
octubre 19, 2012 
By Carlos Manuel Acuña 

 

Los militares que actuaron en la guerra antisubversiva contra el ERP en la selva tucumana, comienzan a ser perseguidos y detenidos judicialmente. Esto sucede no obstante que el Operativo Independencia que determinó esas acciones, fue ordenado por el gobierno constitucional de Isabel Martínez de Perón, que había asumido la presidencia de la República en su carácter de vicepresidente de Juan Domingo Perón, su marido muerto en el ejercicio del cargo. 

Al cierre de este despacho, se supo que igualmente se pidió la captura de la ex presidente, quien fue derrocada por el pronunciamiento militar del 24 de marzo de 1976, exiliándose poco más tarde en Madrid, España, luego de pasar un período en prisión. Allí vive y cabe aguardar la reacción del gobierno español cuando reciba el correspondiente pedido de nuestras autoridades. 

En el ejemplar de ayer del Informador Público y desde esta columna, dimos a conocer una primera nómina de militares detenidos ayer por la Policía Aeroportuaria, militares que posiblemente dentro de las próximas horas sean derivados desde el Palacio de los Tribunales a la cárcel de Tucumán una vez que se hagan los arreglos para solucionar el problema del repleto espacio que desbordan los calabozos. También señalamos que se esperaban nuevas detenciones de oficiales, suboficiales y civiles. La guerra contra el autodenominado Ejército Revolucionario del Pueblo estuvo principalmente a cargo de las fuerzas del Ejército Argentino, lo que se refleja en las jerarquías y pertenencia de esos y de los nuevos detenidos cuyos nombres consignamos más abajo. Durante aquellos años, estos eran jóvenes oficiales que hacían sus primeras experiencias bélicas en condiciones absolutamente subordinadas, en tanto en todo el país se vivía un estado de guerra prioritariamente urbana, caracterizado por bombas, asaltos, secuestros y asesinatos a mansalva cometidos por los guerrilleros de ese entonces. 

Hasta anoche, los detenidos sumaban alrededor de veinte y entre ellos están el ex gobernador de las Malvinas, general Mario Benjamín Menéndez, los coroneles Pedro Rodolfo López, Jorge Fernando Tanoni, Ernesto Nicolás Chávez, José María Menéndez, Gerónimo Jorge Capitán, los teniente coroneles Fernando Luis Labayru, Alfredo Alberto Svendsen y Walter E. Saborido, el capitán Walter E. Saborido, el teniente Juan Bautista Cabrera y el subteniente Omar A. Baldo. 

Pero además, tanto el Ejército como las restantes Fuerzas militares y de Seguridad, enviaron a Tucumán observadores para adquirir más experiencia sobre las intimidades que caracterizaban una forma de lucha relativamente novedosa y cruel desplegada por un oponente que no establecía frentes fijos para desarrollar el combate. Más aún, la Escuela de Guerra enviaron a sus alumnos al terreno e incluso cadetes testimoniaron con su presencia la gravedad de los momentos que vivía el país. En nuestro caso, el factor decididamente internacional estuvo determinado por el respaldo técnico, ideológico y financiero aportado por Cuba y el entusiasmo del agónico Fidel Castro quien públicamente se identificó con la organizada insurgencia regional y particularmente con los hechos que se desarrollaban en la Argentina. 

Todo esto permite preguntarnos cual será el criterio que fijarán ahora los responsables políticos del cristinismo para establecer pautas igualitarias en el extraordinario tratamiento de este problema. ¿Cómo se tratará a todos los que intervinieron en la guerra para enfrentar a los guerrilleros? ¿Se los convocará uno a uno para detenerlos y llevarlos a juicio…? ¿Bajo que acusación? ¿Serán tenidos como prófugos quienes no concurran…? ¿Qué sucederá con los que se establecieron en el exterior? ¿Y con los extranjeros que aportaron sus conocimientos, sugerencias y formas de acción…? Preguntas válidas que forzosamente se convierten en complejas y que, al menos, demuestran una interesante vocación por vivir en el pasado y complicar el actual escenario en términos inimaginables. 

Lo curioso de esta nueva situación es que reverdece una lucha con más de 35 años de antigüedad y que en los hechos parece marcar un progresivo pero acelerado distanciamiento político del peronismo, cuyo gobierno constitucional enfrentó a las fuerzas irregulares que pretendían imponer distintas formas de marxismo para alcanzar el poder mediante el uso de la fuerza. La Compañía de Monte Ramón Rosa Giménez tuvo un proceso de formación que sería demasiado extenso abordarlo en este momento así como relatar los componentes no argentinos que pelearon en el monte contra nuestros soldados. Por añadidura, quedaría flotando otro interrogante para conocer que sucederá con los conscriptos que pelearon en favor de la Argentina y mostraron un celo muy especial durante el desarrollo de los combates. 

El pedido de captura de la señora de Perón, quien en su momento no sólo abandonó legalmente el país sino que recibió por parte de la presidencia de Raúl Alfonsín un resarcimiento de nueve millones de dólares, determinaría también medidas similares contra los ministros que firmaron el decreto correspondiente -entre ellos Antonio Cafiero y Carlos Ruckauf- pero lo más insólito es que este paso político debería extenderse a aquellos legisladores que convalidaron con su voto los alcances del decreto y llegado el caso, a todos aquellos que de una u otra manera respaldaron a nuestras fuerzas militares y de seguridad en el conflicto. La norma no podrá hacer excepciones y lo más interesante es que hoy día buena parte de ellos viven y actúan públicamente. Algunos en el oficialismo, otros en la oposición, lo que permite toda clase de especulaciones, incluso las más disparatadas aunque ya es un lugar común esperarlas, como quien dice, ” a la vuelta de la esquina”. Entre ellas, un deseo oculto por generar una crisis de grandes honduras y alcances que justifiquen un alejamiento del poder con un gran portazo. Al respecto, se sabe que elementos ubicados en altos niveles gubernamentales miran con esperanza hacia las Fuerzas Armadas pero ignoran que suceda lo que suceda, nadie moverá un dedo, por lo que una vez más nos vemos obligados a a utilizar vocablos como “incertidumbre”, por ejemplo, para calificar el presente y, por supuesto, el futuro. También la palabra anarquía que de ayer a hoy aumentó unos cuantos grados en su intensidad. La incógnita abarca a los dos y genera a su vez más y más dudas acerca de lo que puede ocurrir. 

El informador público

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