La presidente de Aerolíneas aseguró que Recalde "dejó un déficit de $15 mil millones"
Diario Hoy
La nueva presidente de Aerolíneas Argentinas, Isela Costantini, hizo un panorama de cómo encontró a la empresa estatal luego de la gestión de su antecesor, el camporista Mariano Recalde. Si bien destacó que se pasaron "de 28 a 74 aviones", advirtió que la nueva flota "no se ha pagado y hay una deuda vencida".
A propósito, la funcionaria detalló que "hay un déficit de $15 mil millones de deuda proyectada para este año". De todos modos, aclaró que aun no posee un análisis pormenorizado ya que "el último balance interno fue en junio pasado. Además, la empresa fue auditada por última vez en 2013".
Costantini consideró que durante la presidencia de Mariano Recalde, "Aerolíneas ha sido gestionada desde lo político y no desde lo administrativo, entonces hay un resultado financiero muy negativo. Actualmente, se pierden $2 millones por día".
Al igual que otras áreas del Estado, destacó que también impulsó un proceso de revisión de la situación de los empleados de Aerolíneas: "Estamos viendo quién realmente está viniendo a trabajar y ya hemos desvinculado algunas personas".
Sobre esos despidos, detalló en La Noche de Mirtha que "hubo dos casos insólitos de personas que nunca fueron a trabajar a la empresa y cobraban un sueldo importante". En cuanto al panorama general, contó que en Aerolíneas "hay 12.200 empleados", cifra que consideró "un exceso".
Por otro lado, Costantini indicó cuales fueron las instrucciones que recibió del Presidente: "Quiere que la empresa cumpla su rol social y que no la quiere privatizar. Debe conectar a los argentinos, dentro de un marco sustentable".
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viernes, 1 de abril de 2016
martes, 30 de septiembre de 2014
La mierda que es Aerolíneas Argentinas
Aerolíneas Argentinas: delicias de un vuelo de 2000 días y pérdidas multimillonarias
Por Sebastián Campanario | Para LA NACION
A Franco Rinaldi, la fascinación por los aviones le nació cuando era chico y vivía en Salta con su familia. Por esa época, su mamá lo traía seguido al Hospital Italiano de Buenos Aires para que lo trataran debido a un trastorno genético que le produjo fragilidad en los huesos. Era tal su enamoramiento con el tema aerocomercial que cuando terminó el secundario estuvo a punto de anotarse en ingeniería aeronáutica, pero finalmente optó por seguir ciencias políticas en la UBA "porque no era tan difícil", se ríe. En 2001 cumplió su sueño de visitar la fábrica de la Boeing, en Seattle, y luego la de Airbus, en Alemania. Allí surgió la idea de escribir un libro sobre Aerolíneas, que contara la historia de la compañía desde su estatización a mediados de 2008, con un ojo en la coyuntura local, pero también con el contexto más amplio de lo que hoy sucede con el negocio aerocomercial a nivel mundial. El resultado de este recorrido es el libro Aerolíneas Argentinas. 2000 días de pérdidas (Planeta), que estará disponible en librerías desde el próximo 1° de octubre.
"En el debate público se ha instalado con relativo éxito -cuenta Rinaldi- que cualquier cosa que se escriba o diga sobre Aerolíneas Argentinas es inescindible de un posicionamiento político, y que todas las observaciones sobre la empresa deben ser pasadas por un tamiz ideológico. De esta manera, se generó una cortina de humo que es perniciosa para la propia compañía, que posterga indefinidamente la necesidad de evaluar la gestión con rigor técnico."
Al sumergirse en los números de la empresa estatal, el autor cuenta que tuvo que "molestar a muchos amigos economistas y contadores", para echar luz sobre los balances a partir de información escasa y opaca. "Es muy sintomático que cuando se les habla del déficit a las autoridades de la compañía, salen con que hay que mirar el rojo desde la perspectiva de un «proyecto de país», y cuando consultás por el aumento de miles de empleados te contestan con la Asignación Universal por Hijo. Creo que nada justifica un desmanejo por el cual los argentinos ya tuvimos que pagar 4000 millones de dólares, en el acumulado desde 2008, y en el cual la pérdida es igual al subsidio a la empresa."
En su panorama del negocio a nivel internacional, Rinaldi explica cómo el rubro pasó a tener márgenes de ganancia bajos, "pero de estos márgenes bajos a la pérdida de Aerolíneas hay una diferencia sideral", dice. En América latina hay líneas aéreas que dan ganancias, y existen otros casos, como el de la línea de bandera de Etiopía, 100% estatal, que tampoco tiene números en rojo. Rinaldi está convencido de que con una buena gestión se puede llegar a un equilibrio presupuestario y a lograr una organización autosustentable.
Así, "Vuelo 1304", el primer capítulo, en el que recorre desde el primer minuto hasta el último un viaje a Miami en un Airbus A340, provoca una sensación no muy distinta a la que surge de mirar la película Relatos salvajes, de Damián Szifron: una mezcla de enojo y también de risa, porque pasan cosas desopilantes. El call center para comprar el pasaje con el cual se corta la comunicación, y cada vez que lo atienden le van pidiendo un precio más caro; los pasajeros que se ponen contentos porque "sólo" hay una demora de una hora; la información que llega por canales informales ("un pasajero justo vio a una azafata que le dijo.."); la comida seca de a bordo; el café lavado en vaso de telgopor. La empresa orgullosa que comunica que abre una nueva sucursal en Ushuaia, "cuando la tendencia del negocio en todo el mundo es concentrar la venta por teléfono y online, para reducir costos", cuenta Rinaldi.
Y anécdotas menos risueñas, como las falencias en la política para las personas con discapacidad, que lleva a que no le acerquen su silla de ruedas hasta la manga del avión, algo que sólo le sucedió a Rinaldi en la aerolínea argentina. La silla de ruedas, explica, es como un par de anteojos para alguien con problemas de vista: están ajustadas a las necesidades específicas de cada usuario, y en el avión de Aerolíneas le ofrecían otra silla como si diera lo mismo.
En Twitter, donde cuenta con casi 9000 seguidores, Rinaldi es consultado habitualmente como fuente especializada en temas aéreos, para analizar desde la desaparición del avión malayo hasta la caída de la avioneta de Andrés Deutsch. Tiene entusiastas: Esteban Schmidt, Miguel Braun, Nicolás Wiñazky, Helena Rovner, Eduardo Levy Yeyati y Guillermo Cruces, entre otros.
"La meticulosa fascinación de Franco Rinaldi hace que su relato del presente de Aerolíneas sea una crítica en sentido estricto, es decir, un juicio con discernimiento y argumentos y datos", dice Levy Yeyati, economista y presidente de Cippec. "Aerolíneas no es sólo un ejemplo de la costosa improvisación que caracteriza a la historia económica argentina reciente; es también una metáfora de los errores de política que, por canales no siempre aparentes, explican que después de años de bonanza tengamos esta recesión de pronóstico reservado", explica. Y agrega: "Aerolíneas nos presenta un dilema: cuánto estamos dispuestos a pagar por la línea de bandera. Pero también nos ilustra sobre un falso dilema: las pérdidas de Aerolíneas no implican que deba cerrarse o venderse; implica que debe saber administrarse de manera idónea. Los costos sociales de la mala administración no tienen ideología."
Para el economista Miguel Braun, "Franco Rinaldi viene cuestionando hace años el desmanejo de Aerolíneas Argentinas, donde los argentinos hemos hundido 4000 millones de dólares en subsidios, la mayoría perdidos en sostener vuelos a Europa y a EE.UU. Con esos recursos podríamos haber construido más de 3000 kilómetros de autopistas, por ejemplo. Ahora Rinaldi ha condensado su investigación sobre Aerolíneas en un libro imperdible, que deberán estudiar los gobiernos futuros que quieran manejar mejor nuestra línea de bandera".
El autor, que todos los mediodías conduce un programa por Radio UBA, cuenta que habló con decenas de empleados de la compañía en los últimos tres años, que unánimemente le describieron una situación interna de absoluto descontrol. No da nombres en el libro, y se refiere al "doctor Recalde" (Rinaldi le dice "doctor" a todo el mundo), a quien durante dos años estuvo tratando de contactar por diversas vías para pedirle su opinión. Tras varios intentos infructuosos, pudo tenerlo frente a frente la noche del 28 de julio de 2013, en un acto para militantes en un local, "Palermo K", de Nicaragua y Scalabrini Ortiz. Hacía frío y el politólogo, periodista y escritor llegó al lugar en su silla de ruedas. Rinaldi pensaba que Recalde ni lo registraba, pero esa noche se dio cuenta de que el director de Aerolíneas tenía muy en claro quién era. Le pidió una entrevista, y Recalde le expresó su convicción de que el trabajo estaba destinado a (textual) "hacerlo mierda". No le quiso dar su mail ni su teléfono, y no hubo más contactos.
Por Sebastián Campanario | Para LA NACION
A Franco Rinaldi, la fascinación por los aviones le nació cuando era chico y vivía en Salta con su familia. Por esa época, su mamá lo traía seguido al Hospital Italiano de Buenos Aires para que lo trataran debido a un trastorno genético que le produjo fragilidad en los huesos. Era tal su enamoramiento con el tema aerocomercial que cuando terminó el secundario estuvo a punto de anotarse en ingeniería aeronáutica, pero finalmente optó por seguir ciencias políticas en la UBA "porque no era tan difícil", se ríe. En 2001 cumplió su sueño de visitar la fábrica de la Boeing, en Seattle, y luego la de Airbus, en Alemania. Allí surgió la idea de escribir un libro sobre Aerolíneas, que contara la historia de la compañía desde su estatización a mediados de 2008, con un ojo en la coyuntura local, pero también con el contexto más amplio de lo que hoy sucede con el negocio aerocomercial a nivel mundial. El resultado de este recorrido es el libro Aerolíneas Argentinas. 2000 días de pérdidas (Planeta), que estará disponible en librerías desde el próximo 1° de octubre.
"En el debate público se ha instalado con relativo éxito -cuenta Rinaldi- que cualquier cosa que se escriba o diga sobre Aerolíneas Argentinas es inescindible de un posicionamiento político, y que todas las observaciones sobre la empresa deben ser pasadas por un tamiz ideológico. De esta manera, se generó una cortina de humo que es perniciosa para la propia compañía, que posterga indefinidamente la necesidad de evaluar la gestión con rigor técnico."
Al sumergirse en los números de la empresa estatal, el autor cuenta que tuvo que "molestar a muchos amigos economistas y contadores", para echar luz sobre los balances a partir de información escasa y opaca. "Es muy sintomático que cuando se les habla del déficit a las autoridades de la compañía, salen con que hay que mirar el rojo desde la perspectiva de un «proyecto de país», y cuando consultás por el aumento de miles de empleados te contestan con la Asignación Universal por Hijo. Creo que nada justifica un desmanejo por el cual los argentinos ya tuvimos que pagar 4000 millones de dólares, en el acumulado desde 2008, y en el cual la pérdida es igual al subsidio a la empresa."
En su panorama del negocio a nivel internacional, Rinaldi explica cómo el rubro pasó a tener márgenes de ganancia bajos, "pero de estos márgenes bajos a la pérdida de Aerolíneas hay una diferencia sideral", dice. En América latina hay líneas aéreas que dan ganancias, y existen otros casos, como el de la línea de bandera de Etiopía, 100% estatal, que tampoco tiene números en rojo. Rinaldi está convencido de que con una buena gestión se puede llegar a un equilibrio presupuestario y a lograr una organización autosustentable.
EXPERIENCIA PERSONAL
El relato del libro fluye y gana intensidad cuando Rinaldi cuenta sus experiencias en primera persona, porque el autor le puso el cuerpo a la investigación, desde las visitas a las fábricas de aviones hasta vuelos hechos en la aerolínea estatal, realizados específicamente para documentar los detalles en carne propia. Y aquí es importante dimensionar el mérito que tiene "poner el cuerpo" para el autor: Rinaldi se desplaza en silla de ruedas, mide poco más de un metro y sus dolencias -sus huesos se quiebran como "fideos secos", cuenta en su anterior libro, El niño del año- lo llevaron a postergar la salida del ensayo sobre Aerolíneas más de un año.Así, "Vuelo 1304", el primer capítulo, en el que recorre desde el primer minuto hasta el último un viaje a Miami en un Airbus A340, provoca una sensación no muy distinta a la que surge de mirar la película Relatos salvajes, de Damián Szifron: una mezcla de enojo y también de risa, porque pasan cosas desopilantes. El call center para comprar el pasaje con el cual se corta la comunicación, y cada vez que lo atienden le van pidiendo un precio más caro; los pasajeros que se ponen contentos porque "sólo" hay una demora de una hora; la información que llega por canales informales ("un pasajero justo vio a una azafata que le dijo.."); la comida seca de a bordo; el café lavado en vaso de telgopor. La empresa orgullosa que comunica que abre una nueva sucursal en Ushuaia, "cuando la tendencia del negocio en todo el mundo es concentrar la venta por teléfono y online, para reducir costos", cuenta Rinaldi.
Y anécdotas menos risueñas, como las falencias en la política para las personas con discapacidad, que lleva a que no le acerquen su silla de ruedas hasta la manga del avión, algo que sólo le sucedió a Rinaldi en la aerolínea argentina. La silla de ruedas, explica, es como un par de anteojos para alguien con problemas de vista: están ajustadas a las necesidades específicas de cada usuario, y en el avión de Aerolíneas le ofrecían otra silla como si diera lo mismo.
En Twitter, donde cuenta con casi 9000 seguidores, Rinaldi es consultado habitualmente como fuente especializada en temas aéreos, para analizar desde la desaparición del avión malayo hasta la caída de la avioneta de Andrés Deutsch. Tiene entusiastas: Esteban Schmidt, Miguel Braun, Nicolás Wiñazky, Helena Rovner, Eduardo Levy Yeyati y Guillermo Cruces, entre otros.
"La meticulosa fascinación de Franco Rinaldi hace que su relato del presente de Aerolíneas sea una crítica en sentido estricto, es decir, un juicio con discernimiento y argumentos y datos", dice Levy Yeyati, economista y presidente de Cippec. "Aerolíneas no es sólo un ejemplo de la costosa improvisación que caracteriza a la historia económica argentina reciente; es también una metáfora de los errores de política que, por canales no siempre aparentes, explican que después de años de bonanza tengamos esta recesión de pronóstico reservado", explica. Y agrega: "Aerolíneas nos presenta un dilema: cuánto estamos dispuestos a pagar por la línea de bandera. Pero también nos ilustra sobre un falso dilema: las pérdidas de Aerolíneas no implican que deba cerrarse o venderse; implica que debe saber administrarse de manera idónea. Los costos sociales de la mala administración no tienen ideología."
Para el economista Miguel Braun, "Franco Rinaldi viene cuestionando hace años el desmanejo de Aerolíneas Argentinas, donde los argentinos hemos hundido 4000 millones de dólares en subsidios, la mayoría perdidos en sostener vuelos a Europa y a EE.UU. Con esos recursos podríamos haber construido más de 3000 kilómetros de autopistas, por ejemplo. Ahora Rinaldi ha condensado su investigación sobre Aerolíneas en un libro imperdible, que deberán estudiar los gobiernos futuros que quieran manejar mejor nuestra línea de bandera".
El autor, que todos los mediodías conduce un programa por Radio UBA, cuenta que habló con decenas de empleados de la compañía en los últimos tres años, que unánimemente le describieron una situación interna de absoluto descontrol. No da nombres en el libro, y se refiere al "doctor Recalde" (Rinaldi le dice "doctor" a todo el mundo), a quien durante dos años estuvo tratando de contactar por diversas vías para pedirle su opinión. Tras varios intentos infructuosos, pudo tenerlo frente a frente la noche del 28 de julio de 2013, en un acto para militantes en un local, "Palermo K", de Nicaragua y Scalabrini Ortiz. Hacía frío y el politólogo, periodista y escritor llegó al lugar en su silla de ruedas. Rinaldi pensaba que Recalde ni lo registraba, pero esa noche se dio cuenta de que el director de Aerolíneas tenía muy en claro quién era. Le pidió una entrevista, y Recalde le expresó su convicción de que el trabajo estaba destinado a (textual) "hacerlo mierda". No le quiso dar su mail ni su teléfono, y no hubo más contactos.
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