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miércoles, 24 de enero de 2018

Turcos idiotas atacan a la mejor fuerza que luchó contra ISIS

Opinion: Turkey attacking the most effective anti-IS force in Syria

By launching an offensive against Kurdish YPG militias in northern Syria, Turkey is again proving itself to be an unpredictable actor. The failure of Turkey's partners to speak up smacks of cynicism, says Kersten Knipp.

DW



Turkey's Offensive Operation Afrin in Syria (picture alliance/AA/E. Bozkurt)

The UK-based Syrian Observatory for Human Rights has reported civilian fatalities in Turkey's invasion of Kurdish-controlled enclave Afrin, in northern Syria. Turkey has dismissed these reports as "black propaganda," saying it only killed armed militants in its airstrikes. The government in Ankara insists it only targets "terrorists."

The myth of "clean" warfare is just that, a myth. The seven years of war that have raged in Syria make this abundantly clear. And the myth that Kurdish People's Protection Unit (YPG) fighters are terrorists through and through is similarly baseless. Sure, the YPG does have close ties to the Kurdish PKK, which Turkey and the EU classify as a terrorist organization. But the YPG and PKK are not identical organizations. And the former did not attack Turkey. Rockets were only fired into southern Turkey in retaliation for its incursion into Syria.

Cynicism and world politics

For the last 100 years, the Kurds have been opportunistically used by others in world politics. The latest chapter in this cynical treatment of the Kurds was the fight against the so-called Islamic State (IS) and other extremists in Syria. The Kurds proved themselves to be one of the most efficient weapons against the terrorist militia. They received support and arms from the United States and were instrumental in preventing IS from gaining a permanent foothold in northern Syria. The 2014 battle over Kobani and against IS in northern Syria would have never been won without them. In Iraq too, the Kurds warded off IS and thereby helped save thousands of fleeing Yazidis.



DW's Kersten Knipp

Granted, Kurdish controlled northern Syria is no shining beacon of democratic governance. But it does set a good standard in comparison to the wider region.

National interest and foreign policy

So it is a disgrace Syria's Kurds are being let down once more. The US, which equipped the Kurds militarily and even planned to help establish a 30,000-strong border force to protect against the possibility of a resurgent IS, have not condemned Turkey's invasion. They apparently fear open conflict with their NATO ally with whom they share hopes of a Syria without President Bashar al-Assad. To achieve this goal, the US is apparently willing to betray the Kurds.

It is not clear if Russia, as reported, has withdrawn its troops from the Afrin region. Russian Foreign Minister Sergey Lavrov recently denied this. What is for certain is that Russia will welcome growing tensions between the US and Turkey. Russia will be pleased to see the US appears disloyal towards its allies, in this instance the Kurds. That could, in contrast, boost Russia's reputation.

And so far, European leaders are expressing muted criticism of Turkey's invasion. Only French Foreign Minister Jean-Yves le Drian has called for the UN security council to convene. Germany's government has not commented at all, and has not reacted to reports claiming Turkey is using German-built Leopard 2 tanks in its offensive.

Turkey: An aggressive and unreliable partner

The West's failure to condemn Turkey is disgraceful. And it's risky, because it lets the Turkish government go about its aggressive domestic and foreign policy unhindered. According to Turkish media reports, Ankara has arrested 30 individuals for speaking out against the country's military offensive.

President Recep Tayyip Erdogan is continuing his distinctly heavy-handed foreign policy. First, he targeted Russia, then Israel, then the US and Germany. Now, his verbal attacks against Kurds have escalated into military action in Syria. In short: Turkey is an unpredictable and an unreliable global partner.

jueves, 7 de septiembre de 2017

Cushamen, el enclave secesionista de Jones Huala en Chubut

Cushamen: el plan de Jones Huala para crear un enclave mapuche en Chubut

El líder de RAM quiere que sus pares de la zona vivan en un mismo lugar; la comunidad ocupa hoy 1875 hectáreas
Loreley Gaffoglio | LA NACION



El predio de Benetton que está ocupado por la comunidad

ESQUEL.- El 13 de enero de 2015, con Facundo Jones Huala a la cabeza, un grupo de mapuches autodenominado Movimiento de la Comunidad del Puelmapu ocupó una porción de la estancia Leleque, del grupo Benetton, y la denominó Pu Lof de Resistencia del departamento de Cushamen, en Chubut. Se trató de un cuadro -un terreno de 625 hectáreas- de esa estancia.A partir de esa ocupación se sucedieron otras dos más en zonas contiguas.

En total, la comunidad ocupa 1875 hectáreas. Esos "dominios" recuperados, invocando una presencia ancestral en el territorio, cuenta hoy con una guardia permanente las 24 horas, ubicada en la entrada, cerca de una de las tranqueras. Está en el kilómetro 1848 de la ruta 40. El terreno es una estepa, con hondonadas y cerros a lo lejos, y el manso río Chubut, que serpentea dentro del enclave.

Allí hay otras edificaciones precarias que están ocupadas por mapuches, como un espacio comunitario donde se celebran los traum, que son las reuniones donde los miembros toman, por consenso, las decisiones.Si bien la comunidad intentó plantar árboles frutales y mantener una huerta para autoabastecerse, no prosperaron.



Desde la ruta 40 se pueden divisar al menos cinco puestos de madera y la guardia central, donde los miembros se turnan para vigilar las 24 horas.Al cruzar el río Chubut, a dos horas a caballo, se encuentra la antigua comunidad de Cushamen, cuyos miembros se oponen a la metodología empleada por el grupo Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), fundado por Facundo Jones Huala.

En palabras de ese líder, la intención del Pu Lof de Resistencia es anexar el territorio para conformar, en el corazón productivo de la estancia, un enclave mapuche autónomo, a pesar de las diferencias entre las comunidades.

La de Cushamen, a 70 kilómetros de Leleque, es uno de los primeros asentamientos de pueblos originarios en la región, con tierras otorgadas durante la presidencia de Julio Argentino Roca al lonko (cacique) de la época.

La geografía es hostil: el clima es extremo, los árboles están dispersos, y sólo hay algunos arroyos. Sin embargo, el terreno es apto para la agricultura y estratégico para acceder al agua.

Más allá de las construcciones rudimentarias, la idea es edificar puestos para que sean habitados por las familias de la comarca andina.

Hoy, esos tres terrenos representan un páramo, con alguna presencia de mapuches, pero es imposible determinar cuántos miembros alberga.

Para la concreción de este territorio mapuche, Jones Huala plantea una estrategia progresiva. Según explicó a LA NACION semanas atrás, durante una entrevista, el primer paso es la "recuperación de tierras productivas y sagradas en manos de latifundistas para desarrollar autonomía mediante el trabajo propio". Luego, dijo, aspiran al control territorial con la expulsión de "los latifundios y las transnacionales".

"Planteamos un proceso de construcción de autonomía, sin pedirle permiso al Estado. Cuando vinieron los de Agricultura familiar, tres años atrás, a ofrecernos chapas para la construcción en Leleque, la gente hizo un traum y decidió que no. Dijimos que no íbamos a aceptar nada del Estado a excepción de la devolución de las tierras", había afirmado Jones Huala.

Informe de Loreley Gaffoglio