Estupor en Euskadi por los paralelismos forzados con el ‘procés’ catalán
Sociólogos y politólogos analizan para ‘La Vanguardia’ cómo vive la opinión pública vasca la actualidad catalana
Mural independentista en el pueblo vasco de Pasajes de San Pedro, en una imagen de archivo (Rafa Rivas / AFP)
JOKIN LECUMBERRI |
La Vanguardia
Una estelada ondea en el balcón de una céntrica calle donostiarra. También en Bilbao o en el Casco Viejo de Pamplona pueden verse varias de ellas, donde en algunas paredes destacan mensajes a favor de la independencia catalana. El procés no sólo ha despertado un gran interés en Euskadi y Navarra sino que a su vez ha suscitado numerosos paralelismos. Términos como ‘presos políticos’ o ‘kale borroka’ inundan los discursos mediáticos y se reproducen en tertulias y redes sociales. ¿Son válidas esas comparaciones? Expertos en política y sociología del País Vasco analizan para La Vanguardia estas analogías y el impacto de la situación catalana en Euskadi.
La situación de los presos preventivos y su capacidad de participación política, por ejemplo, son viejos conocidos en el País Vasco desde finales de los ochenta, cuando Herri Batasuna tenía como costumbre presentarlos como candidatos a las elecciones. Una táctica contra el sistema en una época en la que su actividad en la Cámara no estaba normalizada. Casos como el de Juan Carlos Yoldi, que fue candidato a lehendakari en una sesión de investidura –el único día que participó en el Parlamento–, José Antonio Etxeberria o Josu Urrutikoetxea (Josu Ternera) ejemplifican ese debate jurídico-político que ahora se libra en Catalunya.
De hecho, la consideración de los ‘Jordis’ y los consellers encarcelados como ‘primeros presos políticos’ chocó mucho en un territorio donde ese vocabulario ha sido muy común. “En Catalunya –indica Mario Zubiaga, experto en Ciencias Políticas de la Universidad del País Vasco (UPV)– se han descubierto algunas formas de actuar que aquí ya se vivieron con la persecución jurídica a la izquierda abertzale desde los noventa o juicios como los de los periódicos Egin y Egunkaria”.
Manifestación convocada por EH Bildu, los sindicatos nacionalistas y Gure Esku Dago contra la aplicación del artículo 155 en Catalunya (Javier Zorrilla / EFE)
Como en el resto de comparativas, el background político vasco poco tiene que ver con el de Catalunya. “En el caso de la izquierda abertzale se podía argumentar connivencia o relación de colaboración con una organización terrorista; en el caso catalán no ha hecho falta ni siquiera conectarla con una asociación violenta”, subraya Zubiaga.
Escasa sorpresa por las cargas y detenciones
Los puntos descritos como comunes han alcanzado hasta el aspecto violento, con comparaciones de situaciones del procés con la kale borroka, algo que se ve con estupor en Euskadi. Un comunicado de una asociación de guardias civiles incluso relacionó la situación vivida en Catalunya con los duros años 80 en el País Vasco.
“Algunas comparaciones han sido muy forzadas –sostiene Rafa Leonisio, politólogo y miembro del Euskobarómetro–, si ha habido violencia en Catalunya ha sido muy esporádica: no se puede comparar atacar un patrol de la Guardia Civil con arrojar cócteles molotov contra sedes de partidos”. “Tampoco la violencia y represión en Catalunya a la que ha aludido el entorno abertzale se puede relacionar con la situación vasca, donde ha habido torturas, por ejemplo”, asegura.
Periodistas vascos sostienen una pancarta en San Sebastián con el lema 'Solidaridad con los medios públicos catalanes' por la amenaza de intervención de TV3 mediante el artículo 155 (Ander Gillenea / AFP)
La respuesta policial al 1-O y sus distintas visiones previas y posteriores muestran claramente la diferencia de escenarios. “En Catalunya –dice Jule Goikoetxea, filósofa política vasca y profesora de la UPV– sorprendió esa deriva represiva; en Euskadi, que ha conocido de primera mano, se esperaba que ésta fuese hasta mayor”.
Para Goikoetxea esta sorpresa se ha trasladado al ámbito político tras la detención del Govern que siguió a la DUI, una decisión jurídica que en Euskadi se veía casi asegurada y que resume esas “culturas políticas muy diferentes” que, en el caso vasco, está obviamente marcada por una larga historia de violencia. Cuarenta años de conflicto armado que dificultan cualquier comparación posible con un proceso pacífico como el catalán.
Apoyo al procés pero sin vías unilaterales
“El procés –cuenta Zubiaga– se ve en el ámbito soberanista con envidia: Catalunya está avanzando por una senda que aquí se abrió desde el punto de vista teórico hace 20 años”. Desde el Plan Ibarretxe, recuerda, se ha hablado de derecho a decidir, Estado asociado y antes también se abordó la doble legitimidad obedeciendo sólo a las instituciones propias. Para Zubiaga, en Catalunya se ha alcanzado la madurez y la coyuntura que no existieron en Euskadi para “crear algo parecido a una hoja de ruta”.
El sector más soberanista vasco apuesta por sincronizar ese camino con Catalunya, una opinión que choca con una visión mayoritaria que se aleja de esa vía. Según el mismo sondeo, el 62,9% no aplicaría el proceso catalán en Euskadi. Más autogobierno sí pero alejado de fórmulas unilaterales. “Hay cierto distanciamiento –explica Rafa Leonisio, politólogo y miembro del Euskobarómetro–, se ve con cierto cansancio y no hay ganas de repetir”.
Una pareja con una estelada y una ikurriña tras la manifestación en Bilbao contra la aplicación del artículo 155 a Catalunya (Vincent West / Reuters)
El largo escenario de violencia en el territorio y la intensidad política alcanzada podrían explicar ese alejamiento. “No es cansancio –discrepa Zubiaga– pero la da sensación de que cuesta iniciar otro modelo soberanista: hace falta un breve periodo de descanso social en algunos sectores y cerrar también algunos flecos pendientes”.
A pesar del sesgo que supone el posicionamiento independentista o constitucionalista en Euskadi a la hora de valorar la situación catalana, lo que sí parece claro es el respaldo generalizado a la movilización ciudadana. Una encuesta de EiTB realizada tras el referéndum del 1-O otorgó a este movimiento popular una nota de un 7,31. Calificación que contrasta con la oposición masiva a la gestión de Rajoy así como a la actuación de las Fuerzas de Seguridad: el 78,9% considera que fue “desproporcionada”.
El PNV asienta la bilateralidad
Apoyo al procés pero con una vía bilateral propia. La posición del PNV parece ser la visión mayoritaria vasca en estos momentos, un alejamiento de las propuestas unilaterales que a día de hoy atrae al electorado vasco. Si los comicios autonómicos se celebrasen hoy, el PNV no sólo volvería a ganar si no que aumentaría en un asiento su representación.
A pesar de la campaña tanto de la izquierda abertzale como de Podemos pidiendo que rompan su coalición con el PSE tras la aplicación del 155, los jeltzales han blindado el pacto. “El PNV –resume Leonisio- no quiere ni oír hablar de un procés, sabe que la sociedad no le seguiría si se echa al monte”.
Pancarta en Guernica con el lema 'Felicidades Catalunya, ahora el País Vasco' este octubre
La apuesta peneuvista es clara: aumento de la independencia a través del ensanchamiento del autogobierno. En esa línea, entre los primeros objetivos de su acción política aparece ahora la transferencia de competencias pendientes, como la Seguridad Social y la gestión de centros penitenciarios.
Los expertos consultados coinciden en que este camino está actualmente mucho más refrendado en Euskadi que la vía catalana, modelo que se considera que “pondría en riesgo el autogobierno”. “Hasta gente que ve Catalunya como algo ilusionante –explica Goikoetxea– teme que pueda tener consecuencias económicas en el País Vasco o derive en una represión jurídica e institucional”. Con o sin paralelismos y vasos comunicantes, lo que está claro es que en Euskadi se sigue con lupa todo lo que pasa en Catalunya.
El ensanchamiento el autogobierno atrae más al electorado vasco que la vía catalana