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domingo, 26 de septiembre de 2010

Sobre el ataque a Formosa de 1975

ENTREVISTA / NUEVO LIBRO DE CEFERINO REATO
Montoneros, Formosa y la intención K
El periodista que describió el asesinato de Rucci a manos de la guerrilla en la obra Operación Traviata, vuelve con otra investigación en Operación Primicia.



     Periodista e historiador, Ceferino Reato lanzó un nuevo libro sobre los años '70 en la Argentina, en el cual analiza y desarma muchas de las ideas que se buscan imponer desde el discurso oficial actual.
     Operación Primicia describe y echa luz sobre el operativo de la organización Montoneros contra un regimiento militar de Formosa en octubre de 1975, ataque que Reato califica como "el bautismo de fuego del Ejército Montonero".
     El autor ganó popularidad con la obra Operación Traviata , que desarticula los lugares comunes sobre el asesinato en 1973 del gremialista José Ignacio Rucci, hombre muy próximo a Juan Domingo Perón y que fue víctima de un atentado de Montoneros.
      --¿Considera que el ataque de la organización Montoneros al regimiento de Formosa tuvo, entre otras razones, el propósito de acelerar el golpe militar o que el 24 de marzo de 1976 fue una consecuencia no querida de ese ataque?
     --Al momento del ataque, Montoneros consideraba que su objetivo político número uno era evitar que el gobierno de Isabel Perón se consolidara, según el Curso de Formación de Cuadros Comandante Julio Roqué, de 1977. ¿Por qué? Porque entendía que ese gobierno impedía que el pueblo pusiera en acto su potencia revolucionaria; era como un velo que cubría esa esencia revolucionaria.
     --¿Entonces Montoneros prefería el golpe militar?
     --Para Montoneros era preferible que los militares tomaran el poder porque creían que eso aceleraría las contradicciones y el pueblo, puesto a elegir entre las Fuerzas Armadas y el Ejército Montoneros, terminaría inclinándose por Montoneros. Los documentos a los que tuve acceso, que son públicos, indican que Montoneros estaba convencido de que el golpe, del que tanto se hablaba, era inevitable y que, en consecuencia, había que dar un salto militar y pasar de una guerrilla a un ejército popular revolucionario.
     --¿Qué significó entonces el ataque al cuartel de Formosa?
     --Fue el bautismo de fuego de ese Ejército Montonero. Creo que en aquel momento no les importaba cuál sería la reacción de las Fuerzas Armadas puesto que estaban convencidos de que los militares ya habían decidido dar el golpe. Incluso, Mario Firmenich dice en una entrevista en 1977 con Gabriel García Márquez que en octubre de 1975 ellos ya sabían que el golpe sería en marzo de 1976; hay quienes sostienen que habían accedido a un documento secreto de las Fuerzas Armadas que indicaba eso.
     --¿Cuál era la verdadera fuerza que, a nivel nacional, tenía Montoneros?
     --Hay quienes, como el filósofo José Pablo Feinmann, sostienen que en 1975 Montoneros no representaba a nadie. Yo discuto esa posición: entiendo que Montoneros era una organización político-militar representativa, con una fuerza militar considerable de, según las fuentes, entre cinco y doce mil cuadros, que en 1975 tuvo su año más movido, al punto que en varias ciudades sobrepasaba a la fuerza policial, según Richard Gillespie en su libro "Soldados de Perón".
     Por otro lado, el resto de los actores políticos, económicos y militares lo consideraba así: en mayo de 1975, a pesar de que la guerrilla peronista ya había vuelto a la clandestinidad, el Ejército envía un representante de alto nivel a un encuentro reservado pedido por la cúpula nacional de Montoneros.
     --¿Montoneros verdaderamente pensaba que podía vencer a las Fuerzas Armadas? ¿En qué basaba esa convicción?
     --Estaban convencidos de eso, tanto en la cúpula como en el resto de los niveles. Firmenich había hecho una serie de cálculos en una charla a los cuadros de su organización, en octubre o noviembre de 1973, según los cuales no estaban en condiciones, todavía, de impedir el golpe militar, que ya juzgaba inevitable, pero sí de asegurar una resistencia gloriosa que debía derivar en una contraofensiva victoriosa.
     Otro mito común, en mi opinión, es separar a la cúpula del resto, afirmando que la cúpula estaba borracha de poder y de militarismo, pero ex montoneros que actuaban en el Chaco y Formosa coinciden en que también ellos pensaban que, si apuraban un poco, seguro que le ganaban a los militares.
      --¿De su investigación surge algún indicio que haya habido vínculos, en punto a la estructura logística y militar, entre el ERP y Montoneros en octubre de 1975?
     --No me ocupé de ese tema, aunque pude comprobar, como otros autores, que si bien Montoneros desdeñaba el rol central que el ERP le daba a la guerrilla rural, había enviado a Tucumán a varios "observadores" y combatientes, con el propósito aparente de obtener experiencia para implementar un foco de guerrilla rural en el interior del Chaco. Hubo incluso un plan para eso, que comenzó a realizarse con centro en Roque Sáenz Peña.
      --¿Por qué razón cree usted que los terroristas que durante la vigencia de un gobierno constitucional atacaron un cuartel y mataron a una docena de soldados, son hoy reivindicados por las organizaciones de derechos humanos?
     --La mayoría de las organizaciones de derechos humanos han pasado a reivindicar a todos los caídos por la revolución socialista y la liberación nacional, a todos los combatientes, hayan muerto en dictadura o en democracia, luego de ser secuestrados por militares y policías o cuando asaltaban cuarteles y comisarías.
     No importa tanto cómo ni cuándo ni dónde murieron sino que luchaban por un objetivo superior, la revolución socialista. Ese concepto del combatiente ha reemplazado a la víctima del terrorismo de Estado, al desaparecido o al asesinado por la represión ilegal. En este sentido, esas organizaciones repiten el error básico de aquellos combatientes: la subestimación de la democracia y, paradojalmente, de una noción más moderna y completa de los derechos humanos.
     --¿Qué reflexión le merece esa postura en aquel momento y ahora?
     --En los '70 esa subestimación era entendible por el contexto ideológico nacional e internacional; ahora parece estar fuera del mundo y, sin embargo, tiene vigencia en nuestro país. Tanta que, por ejemplo, no hemos visto ninguna reacción oficial del radicalismo o de Ricardo Alfonsín por los agregados a las listas del Nunca Más, tal vez el principal legado ético y político del ex presidente radical.
      --Los Montoneros que asaltaron el regimiento de Formosa y fueron muertos figuran en las listas de la CONADEP como desaparecidos por el terrorismo de Estado. ¿Qué explicación tiene?
     --Es la misma cosa: el combatiente caído por la revolución toma el lugar del desaparecido o del asesinado por la represión ilegal. No creo que haya surgido de los Kirchner, que poco y nada habían hecho por los derechos humanos antes de mediados de 2003. Más bien, no hicieron nada durante la dictadura, cuando se dedicaron a desarrollar su profesión de abogados en Río Gallegos, pero no precisamente para interponer hábeas corpus a favor de sus compañeros perseguidos.
     Creo que ese estiramiento surgió de la presión de algunas organizaciones de derechos humanos, las más radicalizadas, que forman parte de la alianza kirchnerista. Es asombroso cómo el resto del arco político nada dice, tal vez porque no se sienten cómodos cuando se discute sobre nuestro pasado reciente, algo de lo cual el kirchnerismo saca mucho provecho.
      --Usted cuenta en su libro que Néstor Kirchner le ha pedido en más de una ocasión al gobernador de Formosa que suspenda el acto de homenaje a los caídos en combate del regimiento, que se celebra todos los años en esa provincia. ¿Por qué lo hace?
     --Es evidente la intención de Kirchner de bajar el perfil de ese acto, que recuerda un grave error político y militar de Montoneros, de la "juventud maravillosa" en la que la presidenta y su marido dicen basarse a la hora de ejercer el gobierno, como Cristina Fernández reiteró en el reciente acto de la Juventud Peronista en el Luna Park.
     Si por ellos fuera, los formoseños deberían dejar de recordar a sus muertos y a los defensores del regimiento aquel 5 de octubre de 1975. Lo interesante es que, hasta ahora, el gobernador Gildo Insfrán, que es hiperkirchnerista, viene resistiendo esas presiones. Veremos si podrá hacerlo ahora, cuando se cumplan 35 años de aquel intento de copamiento.