Las tres propuestas para las Fuerzas Armadas de Sabina Frederic, la nueva ministra de Seguridad
La antropóloga escribió un libro sobre el proceso de integración de los militares al Estado democrático durante las últimas décadasInfobae
La pelotuda de Sabina Frederic fue la que recibió a la Fragata Libertad como autoridad del MINDEF vestida andrajosa, despatarrada e informal como se ve en la foto.
La flamante ministra de Seguridad, Sabina Frederic, es una antropóloga que se especializa en el estudio de las Fuerzas Armadas y de la Seguridad (asociada intelectualmente al ex-terrorista de Montoneros Horacio Verbitsky y presidente del CELS). En su libro Las trampas del pasado: las Fuerzas Armadas y su integración al Estado democrático en Argentina, la futura funcionaria reconoce que el proceso de democratización y profesionalización de los militares tras el último golpe de Estado “derivó en su parálisis operativa”, debido a que la prioridad fue “evitar sistemáticamente” (¿?) que pudieran volver a tomar el gobierno por asalto.
En ese sentido, Frederic plantea que “el sostenimiento de un número significativo de funcionarios públicos desmotivados y desmoralizados” hace de las Fuerzas Armadas “una ‘bolsa de desempleo’ demasiado costosa para el Estado, y no sin riesgos”.
Ante este panorama, la ex funcionaria kirchnerista del Ministerio de Defensa, bajo la conducción de Nilda Garré (entre 2009 y 2011), plantea tres caminos posibles.
- El primero y más polémico, propone la “desaparición de las Fuerzas Armadas” para que solo queden fuerzas como la Gendarmería Nacional con una función “subsidiaria” de defensa nacional.
- En segundo término, las Fuerzas Armadas serían reestructuradas “con seriedad”, pero tomando como referencia “los procesos recientes de reducción del sistema militar, modernización efectiva y adecuación al conflicto bélico y al contexto de integración regional contemporáneos de otros Estados occidentales cuyas Fuerzas Armadas se encuentran articuladas bajo el concepto de operación combinada”.
(Gustavo Gavotti)
- Por último, plantea la posibilidad de hacer modificaciones de carácter legal que permitan “reequipar las Fuerzas Armadas de modo que sean eficientes en la asistencia social permanente a la comunidad y las misiones humanitarias”. De este modo, la función defensiva también quedaría como una cuestión subsidiaria.
La flamante ministra revela que personalmente se inclinaría por la segunda o la tercera opción. Según su visión, se trataría de los caminos “más sensatos”.
Antes de la confirmación de su nombramiento, la investigadora también brindó algunas entrevistas en las cuales dejó entrever su pensamiento con respecto a algunas cuestiones sensibles, que podrían anticipar la gestión que viene.
Para empezar, es muy crítica de la política llevada a cabo por Patricia Bullrich en todos sus aspectos. En una entrevista con Ámbito Financiero, resumió que “fue más lo que se dijo que lo que se hizo” y argumentó: “Sacando a los miembros desquiciados, como los efectivos que disparan por la espalda, que son casos dispersos con un discurso que los habilita, en general cuando salen los protocolos de derribo de aviones o para las manifestaciones, dentro de la fuerza dicen que no se pueden hacer y que son una locura”.
(Gustavo Gavotti)
Y agregó: “Por abajo ocurrieron menos cosas de las que por arriba se promovieron. En el plan discursivo hubo una sobreactuación de las diferencias respecto del Gobierno anterior y la idea del próximo presidente creo que será bajar el tono y tener una política de Estado, y no una política banal, sin caer en manipulaciones”.
Asimismo, en otro reportaje con el portal Motor Económico, explicó que este tipo de decisiones se dan no solo porque están muy ligados el Poder Ejecutivo con el Ministerio de Seguridad, sino por “la política criminal que enlaza al Ejecutivo con el Poder Judicial”.
“Algunos creerán que es mejor que haya más gente presa. El problema es que esa cantidad de personas detenidas, lo que es un daño innecesario sobre personas que en ciertos casos podrían ser sancionadas a través de penas más blandas, no ha modificado los patrones delictivos y mucho menos la oferta de drogas, ni el consumo de drogas. Me refiero a las drogas porque ha sido el principal objetivo de Cambiemos, acabar con el narcotráfico, cosa que no han hecho”, sostuvo Frederic.
Asimismo, es tajante al decir que las Fuerzas Armadas no deben intervenir en casos de narcotráfico, algo que promovió este Gobierno. Lo mismo sucede con el terrorismo, aunque en este caso admite que “hay divergencias de opiniones en el ámbito militar”. Lo que sí deja en claro Frederic es que "es un invento” de Cambiemos “creer que el terrorismo internacional es una amenaza para nosotros”.
Este tipo de políticas están muy ligadas a un trabajo conjunto con Estados Unidos. Si bien la candidata a ministra no opina que hay que cerrarse y no trabajar con el país del norte, sí considera que hay que hacerlo con reparos: “No hay que comprar agendas norteamericanas. Este gobierno no solo tuvo un discurso mucho más punitivo, sino que intentó introducir a las Fuerzas Armadas. Eso es parte de la agenda norteamericana para la región, no es su agenda”.
Otro punto muy abordado por Frederic es qué tan efectivo es poblar de policías las calles para bajar los índices delictivos. La experta marca que son cosas que van por caminos separados y que la gran mayoría de las veces no funciona.
NA
Según explica en un artículo escrito para la revista Anfibia, hay varias cuestiones que colaboran para llevar a cabo este tipo de políticas: el espectáculo televisivo antes que en datos estadísticos y cualitativos fiables; el interés de ciertos expertos en vender su producto más que en hallar soluciones sociales; un incremento geométrico de policías en la calle; y una Justicia penal y un poder político dogmáticos.
Y, acorde con su visión, esto no termina llevando a los resultados deseados: “No sólo no reduce la vulnerabilidad, sino que ha sido artífice de la amplificación de la criminalización de ciertas personas, grupos y prácticas. Y aunque la persecución penal pueda justificarse en el daño sufrido por las víctimas y pueda tranquilizar, no desalienta el tráfico ilegal de armas, bienes y drogas que sostienen la criminalidad. Solo parece recambiar a los protagonistas del delito”.
Aquí la antropóloga recurre a las estadísticas para argumentar su posición: “Resulta ilustrativo comparar el crecimiento geométrico de las fuerzas policiales y de seguridad en Argentina durante los últimos veinte años –con la imponente inversión pública que supuso– con la siguiente afirmación de Kessler y Bruno: ‘Los años 2000-2009 están signados por una baja generalizada de los delitos contra la propiedad y las personas en todo el país”, pero “al tomar las cifras de ambos extremos (1991 y 2016), los hechos delictivos en total aumentaron 2,3 veces; aquellos contra las personas, 3 veces; y contra la propiedad, 1,9 veces’”.
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