martes, 22 de mayo de 2012

US Navy da de baja a la RN

Gran Bretaña: El precio de la traición 

17.05.2012 18:00 

El 19 de febrero del presente año el portaaviones norteamericano USS Abraham Lincoln cruzó las hostiles aguas del Estrecho de Ormuz, a pesar de las amenazas iraníes que afirmaban que ese país podría utilizar la fuerza militar para cerrar el estrecho, en represalia por las nuevas sanciones económicas de la comunidad internacional. 

El portaaviones llevaba una dotación completa de aviones e iba escoltado por un crucero pesado y varios destructores. Acompañaban al grupo una fragata francesa y una británica. Los británicos tuvieron que “implorar” para ser parte de la partida. Los jefes de Defensa norteamericanos expresaron que Gran Bretaña no tenía mucho que ofrecer a la escuadra estadounidense. Sólo la intervención directa de Nicolás Sarkozy logró que se aceptara a la nave inglesa. 

Los británicos no entendieron o no quisieron entender el mensaje. No hubo que esperar mucho para que éste se repitiera, aunque esta vez en término mucho más duros: "El gobierno de Cameron debe cumplir con su promesa de renovar las inversiones de defensa y después del 2018 debe considerar el despliegue del segundo de los dos (...) portaaviones clase Queen Elizabeth con la OTAN o los Estados Unidos, si no los puede operar a nivel nacional.” 

Las palabras provinieron del Atlantic Council. Este Consejo es una organización no gubernamental estadounidense “cuya real fuerza reside en su conexión con hacedores influyentes de decisiones políticas”. 

En febrero del 2009 su antiguo presidente, James L. Jones, dejó el mismo para asumir como Consejero de Seguridad Nacional del presidente Obama y otra de sus miembros, Anne-Marie Slaughter, se convirtió en Directora de Planificación Política del Departamento de Estado, por dar solo dos ejemplos. 

¿Por qué el Consejo del Atlántico envió un mensaje tan duro a Gran Bretaña? Siempre es difícil dar una respuesta precisa cuando se trata de este tipo de organizaciones, pero podemos dar una respuesta general. 

- Gran Bretaña se había comprometido formalmente a una estrecha relación con otro miembro europeo de la OTAN, es decir, Francia. Como parte del compromiso se previó la cooperación en materia aeronaval. Como STOVL el portaaviones Queen Elizabeth no será interoperable con el portaaviones francés que es del tipo CATOBAR. 

- Los Estados Unidos no consideran al F-35B como un avión de combate de buenas capacidades operativas. Es visto como una plataforma de apoyo aéreo cercano, para su uso específico por el Cuerpo de Marines de los EEUU en operaciones anfibias. Sin reabastecimiento en vuelo, el F-35C tiene casi el doble de radio de combate que la variante STOVL (720 millas náuticas al v 380 millas náuticas). También tiene una capacidad de cargar armas mucho mayor a la de la variante B. 

- En el plano estrictamente estratégico, los EEUU se quieren desentender de los “problemas menores” como lo fue, por ejemplo, el libio, para poder concentrarse en su nuevo foco de preocupaciones, es decir Asia, en particular China. 

La reducción generalizada de sus capacidades militares convierte a Gran Bretaña en un socio de dudoso valor estratégico. Cuando Gran Bretaña necesitó de EEUU, los norteamericanos siempre se involucraron de manera contundente. Ahora que los estadounidenses necesitan de Gran Bretaña, los ingleses alegan razones económicas para reducir su potencial ayuda. 

Sin duda las razones de los norteamericanos para su enojo con los británicos no se agotan ahí, pero las citadas dan un panorama de la situación. No se traiciona a un aliado como los EEUU sin pagar un precio. Si no hay un cambio de rumbo ese precio puede ser nada menos que un portaaviones clase Queen Elizabeth. 

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