viernes, 28 de junio de 2013

S-80 a dieta de agua

El submarino de Gotera y Otilio


Construcción del submarino S-81, en el astillero de
Navantia en Cartagena, en una imagen de archivo
. HANDOUT | REUTERS
¿Ha encargado usted un submarino? ¿Seguro que no? Da igual, lo mismo va a tener que pagarlo.
Hay que joderse, hemos hecho un submarino que no flota cuando debe y se hunde cuando quiere. A ver quién nos manda meternos en profundidades, si estas cosas es mejor encargarlas a los alemanes o al tío Sam, que ya tienen una experiencia de salir a flote. Que inventen ellos; nosotros, a la paella, que es lo nuestro y, como mucho, a exportar cocineros.
Pocas bromas, el engendro nos va a salir por una pasta a todos los contribuyentes --los Bárcenas de turno y los empadronados en Suiza quedarán exentos--, porque nos lo van a hacer pagar por la vía supositoria, o sea, impositiva. La vieja sentencia 'Los errores se pagan' ha pasado a ser 'Los errores los pagan' si la pronuncias desde la Administración, el Gobierno o el Estado, que viene a ser la misma pesadilla; ellos y sus parientes cercanos, como Hacienda, la Justicia selectiva, el Gobierno de las promesas fatuas, presuntuosas, mentirosas... Con la generalizada consecuencia, siempre presente, de una impotencia frustrante.

UN SUBMARINO ADICTO AL 'FAST FOOD'

Pues nada, que estábamos preparándonos para la guerra y, a falta de enemigo, resulta que lo teníamos en casa, agazapado en los astilleros donde han construido un flamante S-80 que no garantiza su flotabilidad. Es decir, hundir, se hunde como está mandado, de eso no parece haber duda; y esa parte, todo hay que decirlo, se ha hecho niquelada, de libro. El problema reside a la hora de volver a emerger, ahí ya la cosa se pone fea y lo mismo se queda en el fondo del mar para los restos. Todo por una tontería, por fabricarlo sobrado de peso, como adicto al 'fast food' empapuzado de hamburguesas. Y no es que se hayan pasado unos kilitos de más, que se solucionarían con una operación bikini, no, ni hablar, el sobrepeso es de 75 toneladas. Como para hablar de un descuido. ¿Qué pasa?, ¿trabajan sin planos y a ojo de mal cubero?
Ahora, adelgazarlo se pone en un pico. Y digo yo, ¿no hubiera sido mejor comprarlo, con su libro de instrucciones y toda la pesca?

LA COARTADA PATRIÓTICA

De esto se habla poco, de los errores que nos cuestan dinero a todos, incluso en épocas en las que nos masacran con impuestos y recortes. Aquí se callan los políticos como piojos (los piojos no hablan, ¿no?), a ver si se van a enfadar los militares, y mientras tenemos que apechugar con una sanidad, cultura, educación, pensiones, etcétera de peor calidad y cuantía rebajada. Claro que tal vez sea de mal patriota criticar ese empeño por inventar submarinos: la coartada patriótica todavía funciona.
El bicho ha costado 2.135 millones, a los que deberán sumarse 814 por la dieta de adelgazamiento, que podrá no ser mucho dinero, si tenemos en cuenta cómo están los precios en el Ikea de los ingenios militares: ahora mismo, un misil te puede salir por 750.000 euros y, total, para matar, con suerte, a cuarenta tipos que estén en un mismo edificio. Aun así, en el caso del submarino de secano parece que son demasiados millones para no emerger, dicho sea desde el respeto heredado de la mili; es decir, el que funciona impuesto por la por jerarquía de los galones. O de los huevos, que ya no me acuerdo bien.
Hombre, dirán algunos, ¿por qué hemos de pagar lo que una empresa ha construido defectuosamente? ¡Que lo pague la empresa! Y tienen razón, lo va a pagar la empresa, los astilleros Navantia, pero no se entusiasmen porque la empresa... ¡es pública!
Que ustedes lo paguen bien.
El Periódico de Catalunya

No hay comentarios:

Publicar un comentario