El día que Kadafi quiso ser Emperador
Poco antes de las revueltas en Libia, el líder de facto intentó coronarse "rey de reyes".
Por Darío Silva D'Andrea (*) | 18.07.2011 | 14:40
Gadafi prometió no dejar el poder y dijo que moriría como mártir de su pueblo. | Foto: CEDOC
Pocos días antes de que las revueltas comenzaran en Libia, Muammar Kadafi maquinaba un plan fantástico: ser coronado “Rey de reyes” de todo el continente africano.
Según reveló el gobernador de KwaZulu-Natal (Sudáfrica) a un diario sudafricano, Kadafi invitó al *rey de los zulúes Goodwill Zwelithini* (líder de una de los reinos tribales con más peso histórico en el sur africano), a un viaje privado.
Durante el mismo, pidió al rey que firmara unos documentos en los declaraba su apoyo incondicional para nombrarlo “emperador del todo el continente”. De hecho, muchos reyes y líderes de toda África ya habrían firmado sus respectivos documentos de apoyo.
El rey zulú no aceptó la propuesta. En sus palabras, se negó porque “un rey nace rey y no puede ser elegido por cuestiones políticas”. Desde entonces, “Kadafi invitó al rey zulú en cuatro ocasiones a viajes privados a Libia” para intentar convencerlo, sin éxito.
Los sueños de grandeza del líder libio comenzaron en 2002, en Sudáfrica, cuando se fundó la Unión Africana (UA). Desde entonces, habló muchas veces de la necesidad de crear una comunidad como la Unión Europea y empezó a entablar contacto con los líderes africanos.
En 2009, fue elegido presidente de la UA. Vestido con una resplandeciente túnica dorada, aceptó el poder y se proclamó “rey de reyes de África” ante la pintoresca asamblea. Los líderes -entre presidentes, reyes y jefes tribales- de 53 países lo aplaudieron, porque en realidad siempre contribuyó al proyecto de la Unión Africana.
Sus delirantes discursos de grandeza lo llevaron a autoproclamarse “Zaim” -líder religioso- y emperador africano, títulos que se sumaron a una estrafalaria lista que incluye los de “Príncipe de la gran revolución”, “Decano de Arabia” y “Guía supremo”. En una reunión, dijo con orgullo ante el rey saudita: “Yo soy el Líder de los líderes árabes, el Rey de reyes de África y el Príncipe de los Creyentes”.
En realidad, no tiene ni una gota de sangre azul. Su nombre permaneció en el anonimato hasta que en 1969, siendo coronel del ejército libio, participó del golpe que derrocó el régimen “atrasado y decadente” del rey Idris, mientras éste estaba en Turquía bajo tratamiento médico.
Hoy todavía gobierna como un dictador y vive como un rey, aunque afirme que en Libia existe la democracia plena. Desde hace años, se habla de su amorío secreto con la reina Best Kemigisa, madre del joven rey de Toro (Uganda). La reina -que enviudó en 1995- es una mujer hermosa a la que Kadafi cubre de joyas y otros lujosos regalos, como un palacio y un avión.
Mientras tanto, acorralado por Occidente, el megalómano dictador se pregunta si su sueño imperial terminará como desea, o si perderá el trono antes de ocuparlo. En realidad, hace mucho tiempo que el pueblo libio dejó de reirle sus gracias.
(*) especial para Perfil.com.
Fuente: Perfil
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