Un avión no tripulado naval ruso destruye un objetivo en el ejercicio Storm de julio, lo que marca un cambio estratégico en la guerra marítima
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El 26 de julio de 2025, durante los masivos ejercicios navales "Tormenta de Julio", las fuerzas rusas demostraron la capacidad de ataque de un nuevo buque de superficie no tripulado (USV), destruyendo con éxito un buque enemigo simulado en un escenario controlado. Esto marcó la primera grabación pública de un dron naval ruso realizando una misión de impacto directo. Según informó el Ministerio de Defensa ruso, el evento ilustra una doctrina en desarrollo en operaciones marítimas autónomas y señala un posible cambio en la estrategia naval rusa. Este desarrollo cobra mayor relevancia en medio de la dinámica cambiante de la guerra con drones, particularmente en zonas en disputa como el Mar Negro y el Báltico.
El uso por parte de Rusia de un dron de ataque naval para destruir un objetivo marítimo durante el ejercicio Tormenta de Julio marca una nueva fase en su adaptación al combate naval moderno (Fuente de la imagen: Ministerio de Defensa ruso)
El nuevo buque de superficie no tripulado ruso, probado durante los ejercicios Tormenta de Julio, está diseñado para realizar ataques de tipo kamikaze contra objetivos marítimos. Aunque su designación oficial permanece oculta, el USV se asemeja mucho a los drones marítimos ucranianos utilizados anteriormente para atacar buques rusos en el Mar Negro. En el video publicado por el Ministerio de Defensa, el buque acelera hacia un objetivo marítimo estacionario y detona al impactar, causando una explosión significativa. La plataforma parece haberse sumergido parcialmente durante su fase terminal, lo que sugiere características hidrodinámicas avanzadas y posiblemente un diseño de sigilo. Si bien las especificaciones técnicas permanecen clasificadas, analistas progubernamentales afirman un alcance de 300 kilómetros y una autonomía operativa de 24 horas, aunque estas cifras no han sido verificadas de forma independiente.
Este debut operativo es la continuación de un proceso de desarrollo acelerado que comenzó en 2023, cuando la empresa rusa KMZ presentó el prototipo de dron naval "Oduvanchik". Ese mismo año, se informó que una versión anterior del sistema se utilizó en un intento de ataque contra un puente ferroviario en Odesa, aunque sin éxito de precisión. En 2024, la Armada rusa institucionalizó su interés en los sistemas autónomos mediante la creación de regimientos navales especializados en operaciones no tripuladas. Estas unidades integran drones aéreos, terrestres, de superficie y submarinos, lo que refleja un intento de cerrar la brecha tecnológica con las armadas de Ucrania y la OTAN. El reciente ataque en la Tormenta de Julio representa, por lo tanto, no solo un hito técnico, sino también una evolución estructural dentro de las fuerzas armadas rusas.
El nuevo USV ruso presenta varias ventajas operativas, especialmente en zonas de conflicto naval asimétricas. Al igual que los drones Magura V5 y Sea Baby de Ucrania, el sistema ruso es pequeño, prescindible y difícil de interceptar. Sin embargo, a diferencia de sus homólogos ucranianos, que han sido probados en combate contra objetivos móviles y defendidos, la prueba rusa se realizó en condiciones óptimas contra un buque estacionario. Esto subraya el retraso tecnológico actual. Aun así, la centralización de la producción de drones en la planta de construcción de maquinaria Kingisepp en San Petersburgo, con piscinas cubiertas e instalaciones de prueba, posiciona a Rusia para un rápido crecimiento industrial. Los detalles presupuestarios aún no se han revelado, pero el énfasis del estado en los regimientos centrados en drones sugiere que los contratos de adquisición en serie están en vigor o son inminentes, lo que probablemente beneficiará a KMZ y a sus socios industriales de defensa afiliados.
Las implicaciones estratégicas de este desarrollo son profundas. Dado que el éxito de Ucrania con los drones navales obligó a Rusia a reevaluar la defensa marítima y la seguridad de la infraestructura costera, Moscú ahora intenta replicar y adaptar esas mismas tácticas. La demostración envía una señal no solo a Ucrania, sino también a las armadas de la OTAN que operan en las proximidades de aguas rusas. Con la capacidad de alcanzar potencialmente objetivos como Odesa o Izmail desde la Crimea ocupada, estos drones amplían el radio de ataque de Rusia en el mar, a la vez que reducen el riesgo para las plataformas tripuladas. En términos geoestratégicos, esto refuerza una estrategia de disuasión basada en el desgaste y la negación en el ámbito marítimo, especialmente en los teatros de operaciones del Báltico y el Mar Negro.
El uso por parte de Rusia de un dron de ataque naval para destruir un objetivo marítimo durante el ejercicio Tormenta de Julio marca una nueva fase en su adaptación al combate naval moderno. Si bien aún está por detrás de Ucrania en experiencia de combate, la Armada rusa está acelerando claramente la integración de sistemas no tripulados. La prueba tuvo fines tanto operativos como simbólicos, demostrando un concepto funcional y difundiendo la doctrina rusa en evolución sobre la guerra marítima autónoma. A medida que se intensifica la competencia estratégica en el mar, se prevé que el papel de los USV en el arsenal ruso se expanda, lo que podría transformar los equilibrios navales regionales.
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