El origen de las guerras
Autor: Prins, ArturoRevista Criterio
En la nota anterior de esta columna bimestral, citamos un artículo de Antonio Battro que explicaba que, según las ciencias biológicas y humanas, las guerras nacen en nuestras mentes, son un comportamiento adquirido, no un instinto; lo habitual en la especie humana es cuidar al semejante; los odios se incuban en el plano ideológico y no en el biológico. Por eso es necesaria la educación para la paz, especialmente en los que mandan, pues ellos declaran las guerras.
Varios hechos ocurridos recientemente corroboran lo indicado. Desde hace siete años, Siria está en guerra con grupos terroristas (Estado Islámico, Al-Qaeda, Al-Nusra). Han muerto 340.000 personas, en su mayoría civiles. El presidente sirio, Bashar al-Assad, tiene el apoyo de sus pares ruso, Vladimir Putin, e iraní, Ali Khamenei. Una de las ofensivas más letales ocurrió en febrero último, en la región de Ghouta Oriental, cerca de Damasco, la capital. Bombardeos sirios y rusos mataron en pocos días a 660 inocentes, entre ellos más de un centenar de niños y adolescentes. Con bombas de barril, un arma denunciada por Naciones Unidas, destruyeron edificios y 10 hospitales que dejaron de asistir a cientos de heridos que llegaban a diario.
Ante esta situación, que tiene asediados a 400.000 habitantes, surgió un testimonio que tuvo gran repercusión en las redes y medios periodísticos del mundo: Muhammad Najem, de 15 años, tomó fotos, videos e información sobre los bombardeos y los publicó en tuits de su cuenta @muhammadnejem20. El objetivo: generar una reacción de la comunidad internacional para frenar los ataques. “Sabemos que se aburren de nuestras imágenes de sangre –dijo en un tuit– pero seguiremos apelando a ustedes, Bashar al-Assad, Putin y Khamenei, que mataron nuestra infancia. Sálvennos antes de que sea demasiado tarde”. Luego declaró que querría ser periodista.
La actitud de este joven reportero de guerra confirma el mencionado instinto de cuidar al semejante. En cambio, en las mentes adultas anida la guerra. El presidente sirio Al-Assad, luego de que Naciones Unidas dictara una tregua, la rechazó diciendo: “La operación contra el terrorismo debe continuar; al mismo tiempo los civiles tendrán la posibilidad de salir del lugar”.
Pocos días después, el 1º de marzo, Putin daba su mensaje anual en Moscú sobre el estado de la nación. La mayor parte del discurso estuvo dirigido a exhibir la fuerza militar: ”Rusia sigue teniendo el mayor arsenal nuclear del mundo y nadie quiere escucharnos. ¡Escúchennos ahora!”, dijo. Anunció que el país posee una nueva generación de armas nucleares, que incluye un misil que definió como “invencible, capaz de perforar el escudo antimisiles de Occidente”. Luego de mostrarlo en un video, agregó que otros 80 misiles pueden “precipitarse sobre su objetivo como un meteorito, como una bola de fuego”. Con orgullo concluyó: “Las fuerzas armadas incorporaron más de 300 nuevos modelos de armas y el equipamiento militar se multiplicó por 3,7 desde 2012”.
Otro adulto, que preside los Estados Unidos, elevó el presupuesto de defensa un 10%: 600.000 millones de dólares, monto superior a la suma de los presupuestos de defensa del mundo. Donald Trump explicó la razón: “Para que Estados Unidos vuelva a ganar guerras”. China no quiso quedarse atrás y, el 5 de marzo, la Asamblea Nacional Popular incrementó el gasto militar un 8,1%. El ranking de presupuestos de defensa lo encabezan los Estados Unidos, seguidos de China, Arabia Saudita y Rusia. Está claro de dónde provienen las guerras.
El autor es Director Ejecutivo de la Fundación Sales
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