Monseñor José Mijalchyk
El Padre Pepe (José) Mijalchyk está siendo juzgado por haber sido visto en el centro de detención Arsenales, Tucumán. En la foto lo vemos cuando el SPF lo traslada al cirko romano que lo arroja a los leones. Según los testigos -de dudosa credibilidad-, vieron al Padre Pepe merodeando los centros clandestinos de detención, pidiendo "sinceramiento" y confesión.
Otro sacerdote, el padre Franco Revérberi es acusado de lo mismo. De hecho, no hay una causa en la que no figure un sacerdote para completar la fórmula mágica "tiraníacívicomilitarreligiosa". "Rexona no te abandona", el mundo de las consignas automáticas que disparan amor, odio, frío, calor, violencia, lealtad en un hombre nuevo, totalmente programado por los iluminados de turno.
El delito de "ser visto" en un centro clandestino de detención es un ejemplo cabal de la parodia judicial a la que están sometiendo a más de cuatro mil personas, mil setecientos de ellos presos políticos de un régimen en retirada que, sin embargo, no se resigna a dejar de escarnecer a su botín.
No existe en todo el código penal ni de la Nación, ni de las provincias, un delito de "ser visto" en determinado lugar.
El padre Von Wernick fue condenado a prisión perpetua por el delito de ser visto. Sacerdote y de ascendencia alemana, doblemente culpable. Las fotos manipuladas lo retratan como una especie de Klaus Barbie con clerygman de mirada implacable y colmillos sedientos.
Distinta suerte corrió, sin embargo, el sacerdote Revérberi, quien no fue extraditado desde Italia porque ese gobierno no entendió la gravedad de "ser visto" en un centro clandestino de detención. Aseguró (como aseguramos siempre desde aquí sin suerte) que no existían pruebas de que Revérberi hubiese cometido algún delito. Que ni siquiera había pruebas de que hubiere asistido a sesiones de tortura. El gobierno italiano no toma en cuenta los testigos interesados que aseguran haberlo visto en esas sesiones. Y dice más (para escándalo de los organismos de DDHH) aun en el caso de que hubiese estado presente en las torturas, eso no implica que sea responsable y consideró la situación de Revérberi como la de los sacerdotes que asisten a los condenados a muerte.
Argentina país generoso que inventa delitos a medida del enemigo político. A medida, también, de la realidad esquiva que se niega a admitir al odio político como suficiente prueba de cargo.
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