viernes, 28 de febrero de 2014
Los fusilamientos y la historia que no conviene repetir
¿Es solución fusilar?
por Rosendo Fraga - CENM
La propuesta del dirigente oficialista Luis D’Elía de que el Presidente Maduro fusile al líder opositor Leopoldo López, ha sido ahora replanteada por él como una iniciativa para promover un debate.
La historia argentina muestra en el siglo XIX, cómo un fusilamiento encendió una cruenta guerra civil. En 1828, los consejeros de Lavalle, que acababa de derrocar a Dorrego (entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires), le aconsejaron fusilarlo para terminar con la anarquía.
Lavalle decide fusilarlo y el hecho precipitó una cruenta guerra civil, en la cual el degüello y la muerte a “lanza seca” pasaron a ser métodos usuales para terminar con el adversario político.
Esto llevó a que en el medio siglo siguiente, y más allá de los avatares de los conflictos políticos argentinos, se evitara fusilar a los adversarios: no se lo hizo con los jefes de las revoluciones porteñas de 1874 y 1880; tampoco con los jefes de las revoluciones radicales de 1890, 1893 y 1905.
Entonces estaba muy presente que el fusilamiento por razones políticas no había sido una solución, sino todo lo contrario. Frente a los intentos revolucionarios de 1951 y 1955, Perón elude la aplicación de la pena de muerte para los jefes insurgentes. En el último caso, se negó a firmar las condenas a muerte que los consejos de guerra le elevaron.
Es que tenía conciencia histórica de que los fusilamientos, en lugar de terminar con el conflicto que se había abierto entre peronismo y anti-peronismo, podrían llevarlo a la guerra civil.
El gobierno de facto que asume tras su derrocamiento rompe esta tradición iniciada en 1874 y en junio de 1956 fusila a jefes y participantes de un movimiento insurgente peronista. Quienes tomaron la decisión en aquel momento -comenzando por el presidente de facto Pedro E. Aramburu- lo hicieron pensando que iban a evitar una guerra civil.
Catorce años más tarde, el asesinato de Aramburu por la organización Montoneros en 1970 abre el período más sangriento en la historia argentina del siglo XX.
Las experiencias de la historia argentina son claras y el fusilamiento, en lugar de resolver los conflictos políticos, los termina exacerbando.
¿Qué hubiera pasado si en las últimas horas Nicolás Maduro, siguiendo el pedido de Luis D’Elía, hubiera fusilado a Leopoldo López en los patios del cuartel de Ramo Verde donde está detenido?
Difícilmente un hecho de esta magnitud y significado hubiera derivado en la consolidación de Maduro en el poder. Aunque nadie conoce el futuro, es más probable que el país se hubiese precipitado en una guerra civil y que Venezuela, con sus características y modalidades, hubiera iniciado un camino más próximo a los que han asolado o están asolando a países del mundo árabe.
Puede decirse que esta propuesta ha sido una voz aislada y ello es cierto. Pero también lo es que el hecho no ha generado el rechazo que merece en un país que, como Argentina, ha sufrido mucho a consecuencia de la violencia política.
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