Enfrentados al superior poder de fuego del régimen en el campo de batalla, los rebeldes libios están recuperando el antiguo equipo militar abandonado.
En talleres de Bengasi, los revolucionarios restauran viejos tanques T-55 y blindados de transporte de personal de fabricación soviética, e incluso construyen lanzadores múltiples de cohetes cuyos sistemas de disparo son adaptaciones de los timbres de las casas.
A pesar de los esfuerzos e inventiva de mecánicos y especialistas (muchos de ellos civiles), es evidente que los rebeldes necesitan armas más modernas y sofisticadas para equilibrar, al menos el campo de batalla.
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