En Aerolíneas cuesta despegar a La Cámpora
Sólo para desvincular a la mesa chica de Recalde se necesitaron $ 5,7 millones
Diego Cabot
LA NACION
Cuando el nuevo equipo de gestión llegó a Aerolíneas Argentinas a suceder para Mariano Recalde y los suyos, se topó con un asunto: nadie, excepto el líder de La Cámpora, había renunciado. Más allá de que el derecho de mantener sus cargos en una sociedad anónima los asiste, la magnitud política de la empresa y la plena identificación de la línea gerencial con el kirchnerismo hicieron imaginar a algunos que la cúpula daría un paso al costado. Nada más alejado de la realidad.
Para despejar la máxima línea ejecutiva de la empresa, Aerolíneas Argentinas tuvo que disponer de 5,7 millones de pesos para indemnizar a los colaboradores de Recalde.
Un mes fue suficiente para que la nueva CEO, Isela Costantini, entendiera que no va a ser fácil remontar la cuesta. Aerolíneas tiene rojos por donde se la mire. Lo primero que pidió la ex ejecutiva de General Motors fueron dos números: el de los gastos y el de los ingresos. Llegaron rápido: 2450 millones de dólares para funcionar y 1600 millones de dólares de ventas; luego éste se corrigió a 1700 millones. La diferencia, 750 millones de dólares, es un estimado del déficit.
No todos están de acuerdo con aquellos números. Otra línea de la compañía es aún más drástica en los pronósticos y no son pocos los que ya hablan de alrededor de 15.000 millones de pesos para cubrir 2016. Por ahora no hay cálculos más optimistas que los 750 millones de dólares de déficit.
Por lo pronto, ya fue necesario un auxilio. En los primeros días de enero Costantini tuvo que golpear las puertas del Tesoro en busca de US$ 120 millones para cancelar sueldos y deudas, especialmente de leasing y repuestos, que un quizá distraído Recalde olvidó pagar.
Ninguno de la gestión anterior, excepto Recalde, renunció. La mayoría firmó un acuerdo de desvinculación previa invitación de sus sucesores. Pero hubo un rebelde que se atrincheró y tuvo que ser despedido por no plegarse a ese acuerdo, ya que tenía un golden parachute (paracaídas de oro), un contrato firmado por Recalde que le aseguraba una indemnización superior a la legal.
Otras de las sorpresas fue la flota de terrestre que estaba afectada a la presidencia de la compañía: seis autos y tres choferes se turnaban para trasladar al abogado camporista.
En el organigrama de Aerolíneas hay centenares de gerencias. Dicen que existen 490 cargos con responsabilidades cuyos nombramientos obedecen más a una cuestión política que a méritos aerocomerciales. Hace pocos días se desvinculó un empleado que, con 82 años, figuraba como adscripto a la gerencia. Cobraba un sueldo desde hace años y, esquivo, nadie lo veía por el edificio.
Otro caso que llamó la atención fue el de un director designado por el anterior gobierno que figuraba además como supuesto gerente "especial". Lo que se escribe a continuación es sabido: cobraba por los dos cargos aunque jamás se le conoció una función gerencial concreta.
De a poco aparecen casos de empleados que no asisten a trabajar y que, si bien figuran en los legajos, nadie conoce ni dice haber visto nunca en las oficinas.
No por nada los costos de la empresa están invertidos. En Aerolíneas, el rubro que se lleva más dinero es el pago de sueldos, mientras que en el resto de la industria la principal partida es la de combustible, seguida por mantenimiento y los pagos de la flota. En cuarto lugar vienen los salarios.
Pero no todo queda en las cuestiones de personal. Los aviones también esconden secretos. De la flota que actualmente tiene Aerolíneas hay cuatro aviones parados, tres de los cuales están en Arizona, Estados Unidos, en un aeropuerto en que las líneas aéreas mandan a morir a sus aeronaves. Dicen que es más barato que tenerlas en otro lado: la cochera en el desierto ya tuvo un costo de alrededor de 400.000 dólares por cada uno de los aviones.
Costantini sabe, además, que la ideología caló profundo en Aerolíneas Argentinas. Cualquier decisión empresaria pasa por ese tamiz. Por eso es que dudan que hacer con algunas órdenes de compra de aviones que se hicieron durante la anterior gestión.
Hace pocas semanas, el número uno de Finanzas, Pablo Miedziak, y Juan Echecopar, uno de los gerentes de Flota, viajaron a Dublín a un evento mundial en el que se encuentran los principales ejecutivos financieros de la industria aerocomercial del mundo. En el sector se especulaba con que Aerolíneas buscaría alguien que financiara dos Airbus 330 que aún están sin un banco detrás. Por ahora el crédito lo otorga el fabricante, pero a un interés mucho mayor que el que se consigue en el mercado.
La necesidad de dinero fresco impuso un cambio de planes. Los ejecutivos tantearon en el mercado cómo podría hacerse una operación no de financiamiento, sino de venta. Como Aerolíneas ya pagó algo así como 40 millones de dólares por avión, este contrato permitiría transferir la propiedad y pagar un leasing, una suerte de alquiler con opción a compra. El comprador devolvería aquel adelanto.
Mientras la cúpula de Aerolíneas analiza el remedio, los ex ejecutivos de La Cámpora esperan la movida para acusar a la gestión Costantini de iniciar el vaciamiento de la empresa con la venta de dos aeronaves.
En medio de sorpresas y deudas se gestiona Aerolíneas. Los datos con los que cuentan los nuevos ejecutivos no son demasiados. Recalde invirtió más de $ 200 millones en la implementación de un sistema integrado de contabilidad y gestión. Pero el programa no funciona y los datos no están.
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