miércoles, 8 de agosto de 2012

Crisis islandesa y nuevo paradigma político (I)

La solución de Islandia para salir de la crisis: ni un céntimo para los bancos
El país que no dio dinero público a la banca y llevó a políticos y banqueros a los tribunales ya está saliendo de la crisis
 
EVA PASTRANA@ABC_ES / MADRID 
Día 07/06/2012 - 05.14h 

 

Islandia, 2007: país pequeño, poco poblado y con alto grado de bienestar social. Cuatro pequeños bancos operaban en el interior del país. Poco a poco se fue permitiendo privatizar ciertos recursos, se facilitó la especulación bancaria. Se abusó de la vivienda como recurso de inversión, llegó el boom inmobiliario y con él, la concesión de créditos sin límite. En España ya hemos visto la película, pero en esta ocasión el final cambia. 

Como ocurrió con nuestro país, un par de años después Islandia se colapsó. En 2008, fueron nacionalizados los tres mayores bancos y su deuda pública empezó a multiplicarse. Un año después, el Parlamento acordaba devolver la deuda a Gran Bretaña y Holanda, sus principales acreedores bancarios. Cada familia islandesa debía pagar 3.500 durante 15 años al 5,5 % de interés. Aumentaron las protestas sociales y se convocó un referéndum en el que se decidió rebajar el interés al 3% y aumentar el periodo de pago a 37 años. 

Finalmente, Islandia tuvo que pedir un rescate internacional del FMI que le obligó a acometer importantes ajustes económicos. Pero, ahí empieza la diferencia: el Gobierno islandés no desembolsó ni una sola corona de los contribuyentes en los bancos. Los dejó quebrar. 

En octubre de 2008, Islandia dejó morir a tres grandes bancos —el Kaupthing, el Landsbanki Íslands y el Glitnir—. Renegoció la deuda con los acreedores (en su mayor parte de Alemania, Reino Unido y Holanda) y permitió que tomaran el control de las nuevas entidades. No obstante, se calcula que los tenedores de la deuda (casi todos extranjeros) sufrieron una quita del 70%. 

Islandia no es España 
Pese a las semejanzas en el discurrir de los acontecimientos, Islandia parte de un punto muy distinto. En el país escandinavo, para empezar, no circulan euros y eso les permite devaluar su moneda temporalmente, para ser más competitivos. En segundo lugar, los acreedores de la inmensa deuda de sus bancos, no eran los islandeses, sino alemanes, británicos y holandeses. Eso puede explicar que dejar morir a la banca, sea una opción para ellos, pero no para España. 

Sin embargo, hay otro tipo de medidas que Islandia tomó. Los tribunales escandinavos, por ejemplo, juzgaron si el ex primer ministro Geir Haarde era «parte responsable en la crisis financiera». Se trata, por el momento, del único proceso judicial abierto en el mundo contra un político por su presunta implicación en una crisis económica. 

El ex primer ministro negó todos los cargos. «Ninguno de nosotros estimaba que había algo mal en el sistema bancario», se defendió, al tiempo que añadía que no había ningún signo «claro» de que fuera a producirse ese «crack». Finalmente Haarde fue exculpado de tres de los cuatro cargos que se le imputaban aunque se le condenó por violar la ley de responsabilidad de los ministros. 

También sentará en el banquillo de los acusados la cúpula directiva del banco islandés Kaupthing Bank. El presidente y el consejero delegado de la entidad, fueron acusados junto a otros de fraude y manipulación por la Fiscalía Especial de Islandia, en el marco de sus investigaciones sobre el colapso de la banca islandesa en 2008. 

Brotes verdes 
A Islandia aún le quedan asuntos por resolver, pero está en el camino de conseguirlo. Su deuda pública sigue suponiendo el 100% del PIB y tiene una importante deuda privada, la inflación no está del todo estable y, aunque pagó anticipadamente de 339, 2 millones al FMI, aún le queda parte del préstamo por devolver. 

El mismo órgano acaba de publicar su última revisión sobre el estado de Islandia y las previsiones dicen que este año su economía crecerá un 2,4%, con un consumo privado tirando al 3% y compensando la caída de la inversión pública fruto de las medidas de austeridad. 

En la estepa islandesa ya se ven brotes verdes. Los islandeses han tirado el libro de estilo de las crisis económicas por la ventana y, por lo que parece, les está saliendo bien. 

ABC

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